domingo, 11 de enero de 2009

LOS CIENTIFICOS PIDEN CAUTELA ANTE LOS PROYECTOS DE GEOINGIENERIA EN EL MAR

El Mundo (05/01/2009)R.-

Para algunos empresarios, los helados mares entre Australia y la Antártida podrían generar dinero si se manipula a la naturaleza para que absorba el dióxido de carbono, a fin de vender más tarde los créditos de los gases por millones de dólares. Pero algunos científicos y muchas naciones consideran que el concepto de usar la naturaleza para limpiar el exceso de dióxido de carbono de la humanidad, con el objetivo de combatir el calentamiento global, está cargado de riesgos e incertidumbre.

Un analista de un destacado organismo australiano de investigaciones insta a la prudencia y dice que hacen falta más estudios antes de que se permitan emprendimientos comerciales que fertilicen los océanos a gran escala y a lo largo de muchos años para capturar dióxido de carbono. "No creo que la comunidad científica se haya detenido a hacer siquiera una lista de las cosas que necesitamos verificar antes de sentirnos cómodos en cuanto a que esta sea una tarea de bajo riesgo", dijo uno de los autores del informe australiano, Tom Trull.

"Nunca diseñamos programas de medición para considerar los cambios y riesgos ecológicos", sostuvo Trull, líder de Control Oceánico del programa de Dióxido de Carbono del Centro Cooperativo de Investigaciones del Clima y los Ecosistemas Antárticos (ACE CRC, por su sigla en inglés).

Proyectos de fertilización del mar

Algunos proyectos de geoingeniería tienen previsto rociar la superficie del océano con cantidades pequeñas de hierro o arrojar nutrientes a lo largo de miles de kilómetros cuadrados para fertilizar el mar y multiplicar el florecimiento del fitoplancton (algas microscópicas), que absorbe CO2 al respirar. Los expertos consideran que el fitoplancton captura hasta un tercio de las emisiones globales de carbono.

Cuando el fitoplancton muere se amontona en las profundidades del océano junto con el carbono atrapado dentro de sus células. Se supone que quedaría almacenado durante décadas o siglos en los sedimentos del suelo oceánico.

Lo que quieren algunas empresas es aprovechar este sumidero natural y potenciarlo mediante una intervención química como es la fertilización, para producir créditos de carbono y ayudar a las industrias a compensar sus emisiones.

Sin embargo, los científicos temen que dichas operaciones puedan cambiar la composición de los océanos, incrementar la acidez o generar "zonas muertas" con situaciones de hipoxia o anoxia (escasez o ausencia de oxígeno) debido a una excesiva proliferación de estas algas microscópicas. Algo que podría incluso provocar liberación de otro gas de efecto invernadero, el óxido nitroso.

"La fertilización del océano podría generar cambios en la estructura de la biodiversidad y los ecosistemas marinos, y podría tener otros efectos no deseados", afirma el ACE CRC en cuanto al análisis de ciencia y política de fertilización oceánica, que pronto será divulgado públicamente.

"Aunque los experimentos controlados de fertilización con hierro arrojaron un incremento en el crecimiento del fitoplancton y una reducción temporal del C02 atmosférico, no queda claro si esto podría aumentar la transferencia de gas a las profundidades oceánicas a largo plazo", indicó el ACE CRC.

Además, el potencial de los impactos negativos aumentarán según las dimensiones y la duración de la fertilización. Hay dudas de que se puedan detectar los efectos perjudiciales a tiempo.

"Es muy importante reconocer que si aumentan los efectos nocivos de la fertilización, podría no ser posible detectarlos hasta que el daño ya esté hecho", dice John Cullen, profesor de oceanografía de la Universidad de Dalhousie en Nova Scotia, Canadá.

"Es extremadamente importante considerar los riesgos ecológicos de este tipo de actividades", señaló Cullen.

El gran sumidero antártico

Los océanos absorben grandes cantidades de dióxido de carbono liberado por la naturaleza o por el uso de combustibles fósiles y la deforestación y el Océano Austral tiene el papel más importante de todos.

No obstante, gran parte del Océano Austral está falto de hierro y los experimentos han demostrado que incluso pequeñas cantidades del nutriente provocan un florecimiento del fitoplancton que podría durar al menos dos meses.

Compañías como Climos de California y Ocean Nourishment Corp de Australia están planeando experimentos a pequeña escala para probar sus proyectos de captura de carbono oceánico.

Ocean Nourishment usa amoníaco y urea, transportados por medio de una cañería marina a una región deficiente en nitrógeno, para fomentar el crecimiento del fitoplancton y las reservas de peces. Climos usa hierro y planea experimentos en el Océano Austral para 2010.

"La fertilización con hierro no es ninguna bala de plata para el cambio climático, lo que recalca la gravedad del problema que tenemos, y la urgencia de la reducción inmediata de emisiones a nivel mundial", declaró a Reuters el fundador y director ejecutivo de Climos, Dan Whaley.

Sin embargo, para Whaley es prematuro juzgar a la fertilización con hierro como peligrosa.

Pero muchas naciones conservan la cautela. Los Estados firmantes de dos tratados sobre vertido de desechos en el mar aprobaron una resolución no vinculante en octubre que exigía que las operaciones de fertilización oceánica sólo estuviesen permitidas para investigaciones.

Las partes de la Convención y el Protocolo de Londres, que pertenece a la Organización Marítima Internacional, firmaron una resolución instando a los Estados miembros a tener "mayor cautela" para evaluar las propuestas de investigación y garantizar la protección de la vida marina.

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